Si hay algo que se agradece en la música, es encontrar conjuntos que aporten un sello singular y diferenciado de todo el resto de lanzamientos que inundan el mercado. Los norteamericanos Deftones siempre se han caracterizado por practicar un estilo muy peculiar y sobre todo por no ponerse obstáculos a la hora de experimentar, por mucho que implique alejarse sensiblemente de previos lanzamientos.
Encasillados por encasillar dentro de las etiquetas de metal alternativo, rock experimental o Nu metal en sus comienzos, podemos destacar su capacidad de impregnar sus lanzamientos con una atmósfera que envuelve el contenido musical y sirve de esfera al oyente para quedar atrapado en la escucha. Confeccionado con una pulida producción, el nuevo plástico se nutre como de costumbre de una extensa selección de influencias y combina la extrema suavidad de algunos cortes con la agresividad desmedida de otros, como si fuera una extensión del estado de ánimo de sus músicos. Chino Moreno vuelve a resultar decisivo a la hora de aplicar ese rango de voces tan dispares y complementarias al mismo tiempo. Abe Cunningham custodia el fondo musical con un estricto control de ritmos que marcará la dirección del plástico. Frank Delgado se encarga de las florituras electrónicas. Stephen Carpenter sigue personificando al mástil el sonido más representativo de la formación. Completa el quintento la reciente incorporación al bajo Sergio Vega, cuya integración es impecable.
Diseccionando el redondo, distinguimos en su ajetreado arranque “Prayers/Triangles” como una canción a medio camino entre su viejo material y su vertiente más moderna, ideal para dar comienzo y mostrarnos sus credenciales. Casi empalmada “Acid Hologram” nos traslada a otra dimensión con la voz de Chino Moreno ejerciendo de guía. “Hearts/Wires” descubre su lado experimental, evolucionando a un corte que se nutre de post-metal y metal alternativo, confluyendo en un brillante corte. Como contrapunto nos encontraremos con cortes etéreos como “Phantom Bride” de los que recelan los más puristas. La banda se reserva una gema con la que cerrar el álbum, llamada “Rubicon” que bien merece la pena escuchar relajado para su completo deleite.
Como suele ocurrir en cada lanzamiento de Deftones, no resulta fácil de digerir en una primera toma, ya que quizás sean necesarias varias sesiones para ir captando los números detalles inmersos en los temas. Sin embargo, podemos destacar que estamos ante un disco con mayúsculas que cosechará sus recompensas. Inmensa creatividad innata por descubrir, de la que siempre merece la pena.